Ataques de risa I. Que me cagoooooooo

Cuando abrieron un restaurante chino cerca de casa Pedro y yo decidimos ir a probarlo. Era el primer día que tenían abierto, no recuerdo que comimos pero fueron muy amables con nosotros, luego nos hicimos habituales del local y posteriormente, cuando mi relación con Pedro ya había acabado seguí yendo porque me pillaba cerca del trabajo. Esta en Barcelona, en la Avenida del Paralelo, al final, frente al parque de las tres chimeneas. Os lo recomiendo.

Cuando terminamos de comer volvíamos a casa, andando porque estaba muy cerca, íbamos charlando tranquilamente cuando de repente Pedro se queda parado mientras yo sigo caminando. Sorprendida retrocedo y lo veo allí, inmóvil, blanco como el papel, con la frente llena de gotitas de sudor y con la mirada perdida al vacío...

¿Que te pasa? Pedro  que te pasa? joder tío estas bien?

Pedro que se queda inmóvil, callado como si no me oyera, yo me empiezo a asustar

y de repente se pone a andar rápido, con pasitos cortitos pero muy rápidos, marcha atlética creo que le llaman

Yo me quedo allí plantada y cuando reacciono corro detrás de él

¿pero que te pasa? Pedro, espera!!!

y de repente plaf! se queda otra vez quieto parado, respirando con dificultad y mirando al frente sin mirar.

¿Oye estas bien?

y se pone a andar de nuevo soltando un ¡me cago!

unos cuantos metros y parón de nuevo

yo flipo

¿Pero tío que haces?

Unos segundos parados, Pedro aguantando la respiración y yo mirándolo sin saber que hacer, noto que la risa me empieza a subir por la garganta, intento contenerla.

y de repente otra vez la marcha atlética!!! y yo corriendo detrás

Oye espera!!!

Déjame joder, que me cago!!! y no te rías!!!!

y de repente, parón!

Oye ¿que hago? ¿te puedo ayudar?

Y otra vez la marcha atlética, ¡mecago mecago mecago! 
descojone total, las piernas empiezan a flaquearme

Joder que no te rias!!!! Vete a la mierda!!

Y parón otra vez

En este punto yo ya no podía aguantar la risa, el cabreo de Pedro crecía de manera directamente proporcional a mis ganas de descojonarme viva, imaginaros la escena, una pareja que va andando tranquilamente y de repente se paran, corren, se paran, corren, como hacían los romanos para recorrer grandes distancias.

La llegada a casa fue triunfal, Pedro con su peculiar estilo romano y yo descojonandome detrás agarrándome a las farolas y apoyándome en los coches porque no podía andar de la risa. Estuvo cabreado como una mona varios días, como si la culpa fuera mía.

Lo mejor de todo, vivíamos en un quinto sin ascensor, os puedo asegurar que nunca en mi vida he visto a nadie subir unas escaleras tan rápido.

Proximamente: Me escurroooo